martes, 27 de mayo de 2014

"A mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias"

Termino de cenar y me fumo un cigarrillo. Hoy he decidido sentarme en la mesa de la cocina y, por primera vez en mucho tiempo, mover el ordenador hasta aquí (abro la nevera y ¡lástima! No queda cerveza...).
En fin...

Sin querer estaba pensando en las cosas que marcan nuestra existencia. Una película, una canción, frases que leemos sin querer... Pero sobretodo, y quizás sea algo que llevo tiempo pensando, las personas que conocemos a lo largo de nuestra vida.

Personas que permanecen siempre, otras que por el contrario desaparecen, personas con las que cruzamos unas simples palabras, personas que aparecen de repente.

Y si hago un pequeño esfuerzo puedo acordarme de muchas de las que aparecen de repente y luego desaparecen porque el tiempo y el espacio también tienen antojos. No es algo que lamentar. Al contrario, sonrío acordándome del verano del 2008 (lleno de trasnochadas con Lucía) y pienso en el camarero de La Cucaracha y en “Serenade”; en Modu, el senegalés ambulante pegado a una sonrisa; en Anita, mi culiparda, con la que compartí habitación durante un año; en la música de aquel contrabajista que vi una vez en la puerta de la Catedral de Jaca y que al cabo de los meses reencontré en Teruel; en aquel vagamundo que todas las noches venía a beber conmigo un chupito de whisky; en los parroquianos del Cayetana, que tantas noches interminables me acompañaban; en Isa, camarera del Sidecar...

 También quiero acordarme de las personas que últimamente han aparecido en mi vida (o que ya estaban ahí pero pasaban desapercibidas) y a las que adoro con locura. Paula, mi chica preferida de la universidad y a la que tanto quiero. Rafa, que se convirtió en un gran amigo sin querer. Marco, al que adoro por poco que nos veamos. Aitor, mi poeta revolucionario y romántico a partes iguales. Miriam, gran amiga de final de carrera y a la que espero seguir viendo aunque sea dos veces por año. Denis, que siempre será mi compañero preferido, con su singular sonrisa y sus abrazos. Carlos, un gran jefe y mejor amigo. Kapi, que aunque sea de los del párrafo anterior, ha vuelto a aparecer y es un gran compañero de castañas de tarde...

De las personas que ya no están, y que probablemente sea de las que me acuerdo todos y cada uno de los días, y las que siguen conmigo a base de aguja y tinta, por si algún día pierdo la memoria...

Y no podemos olvidar (aunque lo hagamos), a las personas a las que no queremos recordar porque en su día nos hicieron daño o porque aprendimos que era mejor alejarlas de nosotros.

A todas ellas les debemos lo que somos, porque somos lo que hacemos para ser quienes somos, pero, como decían en “Amores perros”, TAMBIÉN SOMOS LO QUE HEMOS PERDIDO.



"Nadie se baña dos veces en el mismo río". Heráclito

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