viernes, 26 de noviembre de 2010




Volver a las andadas...y...¿por qué no? Ser una perra callejera...

jueves, 25 de noviembre de 2010

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Enfermos curados. Un sueño.

Sentado en una de las cuatro sillas del pasillo, expresión tímida, las manos entrecruzadas, la vista enfocando sus piernas…

-¿Qué tal “Enrique”?
-Bien, un poco nervioso.
-Bueno, no pasa nada. Ya verás como te gusta lo que hacemos aquí, además todos los compañeros son muy majos, a muchos ya los conoces. Se te pasará el tiempo volando.

Sonrisa de aceptación, y por fin levanta la vista.

Hay que ver lo que da de sí un taller de arte-terapia… Las relaciones humanas en su máximo esplendor, la complicidad, el compañerismo, la búsqueda de refugio…

Y, ¿el resultado? Inesperado.

Más aún cuando el entorno familiar no acompaña, ni la motivación, ni las demostraciones de cariño, ni las celebraciones de las pequeñas metas alcanzadas…

Todo esto teniendo en cuenta que mi “Enrique” tiene una enfermedad mental, además de retraso mental…puede ser una bomba.

“Enfermos curados. Un sueño”.

A mí no se me hubiese ocurrido mejor frase…

martes, 9 de noviembre de 2010

Teología/1


El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo; y yo temía y creía.

Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado en la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de la clase media; y al fin y al cabo, se hará justicia.

Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado a nadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno... Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.




Eduardo Galeano (El libro de los abrazos).

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La primera mujer y el primer hombre




En la selva amazónica, la primera mujer y el primer hombre se miraron con curiosidad. Era raro lo que tenían entre las piernas. -¿Te han cortado? -preguntó el hombre. -No -dijo ella-. Siempre he sido así.
El la examinó de cerca. Se rascó la cabeza. Allí había una llaga abierta. Dijo: -No comas yuca, ni plátanos, ni ninguna fruta que se raje al madurar. Yo te curaré. Echate en la hamaca y descansa.
Ella obedeció. Con paciencia tragó los menjunjes de hierbas y se dejó aplicar las pomadas y los ungüentos. Tenía que apretar los dientes para no reírse, cuando él le decía: -No te preocupes.
El juego le gustaba, aunque ya empezaba a cansarse de vivir en ayunas y tendida en una hamaca. La memoria de las frutas le hacía agua la boca.
Una tarde, el hombre llegó corriendo a través de la floresta. Daba saltos de euforia y gritaba: -¡Lo encontré! ¡Lo encontré! Acababa de ver al mono curando a la mona en la copa de un árbol. -Es así -dijo el hombre, aproximándose a la mujer.
Cuando terminó el largo abrazo, un aroma espeso, de flores y frutas, invadió el aire. De los cuerpos, que yacían juntos, se desprendían vapores y fulgores jamás vistos, y era tanta su hermosura que se morían de vergüenza los soles y los dioses.

(EDUARDO GAELANO De "Memoria del fuego/Los nacimientos")

Cuando...




...cojo el 51 sola, escuchando la música más triste que tenga en ese momento.

...llego a la estación, a falta de una hora para que salga mi autobús.

...tengo que esperar en el andén con un libro entre mis manos.

...subo al autobús que me lleva a mi ciudad natal.

...sentada en el asiento te busco en los andenes.

...arranca el autobús y espero verte aparecer.

...ya ha tomado la carretera...

es entonces cuando me doy cuenta de que no estás "conmigo",
de que sigo en vano esperando que aparezcas...