sábado, 23 de enero de 2010

Discurso final "El gran dictador"

El camino de la vida puede ser libre y bello; pero hemos perdido el camino. La avaricia ha envenenado las almas de los hombres, ha levantado en el mundo barricadas de odio, nos ha llevado al paso de la oca a la miseria y a la matanza. Hemos aumentado la velocidad. Pero nos hemos encerrado nosotros mismos dentro de ella. La maquinaria, que proporciona abundancia, nos ha dejado en la indigencia. Nuestra ciencia nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y faltos de sentimientos. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que maquinaria, necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos amabilidad y cortesía. Sin estas cualidades, la vida será violenta y todo se perderá.

El avión y la radio nos han aproximado más. La verdadera naturaleza de estos adelantos clama por la bondad en el hombre, clama por la fraternidad universal, por la unidad de todos nosotros. Incluso ahora, mi voz está llegando a millones de seres de todo el mundo, a millones de hombres, mujeres y niños desesperados, víctimas de un sistema que tortura a los hombres y encarcela a las personas ¡nocentes. A aquellos que puedan oírme, les digo: "No desesperéis".

La desgracia que nos ha caído encima no es más que el paso de la avaricia, la amargura de los hombres, que temen el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y los dictadores morirán, y el poder que arrebataron al pueblo volverá al pueblo. Y mientras los hombres mueren, la libertad no perecerá jamás.

¡ Soldados ! ¡ No os entreguéis a esos bestias, que os desprecian, que os esclavizan, que gobiernan vuestras vidas; decidles lo que hay que hacer, lo que hay que pensar y lo que hay que sentir! Que os obligan ha hacer la instrucción, que os tienen a media ración, que os tratan como a ganado y os utilizan como carne de cañón. ¡ No os entreguéis a esos hombres desnaturalizados, a esos hombres-máquina con inteligencia y corazones de máquina ! i Vosotros no sois máquinas ! ¡ Sois hombres ! ¡ Con el amor de la humanidad en vuestros corazones ! ¡ No odiéis ! ¡ Sólo aquellos que no son amados odian, los que no son amados y los desnaturalizados!

¡ Soldados ! ¡ No luchéis por la esclavitud ! ¡ Luchad por la libertad !

En el capítulo diecisiete de san Lucas está escrito que el reino de Dios se halla dentro del hombre, ¡ no de un hombre o de un grupo de hombres, sino de todos los hombres ! ¡ En vosotros ! Vosotros, el pueblos tenéis el poder, el poder de crear máquinas, j El poder de crear felicidad 'Vosotros, el pueblo, tenéis e! poder de hacer que esta vida sea libre y bella, de hacer de esta vida una maravillosa aventura. Por tanto, en nombre de la democracia, empleemos ese poder, unámonos todos. Lucharemos por un mundo nuevo, por un mundo digno, que dará a los hombres la posibilidad de trabajar, que dará a la juventud un futuro y a los ancianos seguridad.

Prometiéndoos todo esto, las bestias han subido al poder. ¡ Pero mienten ! No han cumplido esa promesa. ¡ No la cumplirán ! Los dictadores se dan libertad a sí mismos, pero esclavizan al pueblo. Ahora, unámonos para liberar el mundo, para terminar con las barreras nacionales, para terminar con la codicia, con el odio y con la intolerancia. Luchemos por un mundo de la razón, un mundo en el que la ciencia y el progreso lleven la felicidad a todos nosotros. ¡ Soldados, en nombre de la democracia, unámonos !

Hannah, ¿puedes oírme? ¡ Dondequiera que estés, alza los ojos ! ¡ Mira, Hannah ! ¡ Las nubes están desapareciendo ! ¡ el sol se está abriendo paso a través de ellas ! ¡ Estamos saliendo de la oscuridad y penetrando en la luz ! ¡ Estamos entrando en un mundo nuevo, un mundo más amable, donde los hombres se elevarán sobre su avaricia, su odio y su brutalidad ! ¡ Mira, Hannah ! ¡ Han dado alas al alma del hombre y, por fin, empieza a volar! ¡ Vuela hacia el arco iris, hacia la luz de la esperanza ! ¡ Alza los ojos, Hannah ! ¡ Alza los ojos !

miércoles, 20 de enero de 2010

me vuelvo a perder... (II)


…pero siempre volvían a encontrarse.
Un círculo vicioso del que les era difícil evadirse.
Completamente diferentes.
Pero sabían que tanto tiempo juntos no había pasado en vano.
No era posible que fuese tan sólo atracción física por un cuerpo.
Y es que, aunque a veces no sea suficiente, el amor siempre está por encima del resto. No creo en su sentido efímero.
Y hasta que no llegase un día en que no pensasen aunque fuera un instante en la otra persona, sabían que no podrían olvidarse.
Al fin y al cabo, ¿de qué está hecha la vida? De instantes…instantes que permanecen en la memoria mientras ésta no se deteriore.
Y sólo ellos lo recordarán, porque todas esas noches, nadie más estuvo allí…

martes, 19 de enero de 2010

DERECHOS HUMANOS


Uno de los documentos más antiguos que se han vinculado con los derechos humanos es el Cilindro de Ciro, que contiene una declaración del rey persa Ciro el Grande tras su conquista de Babilonia en 539 a. C. Fue descubierto en 1879 y la ONU lo tradujo en 1971 a todos sus idiomas oficiales. Puede enmarcarse en una tradición mesopotámica centrada en la figura del rey justo, cuyo primer ejemplo conocido es el rey Urukagina, de Lagash, que reinó durante el siglo XXIV a. C., y donde cabe destacar también Hammurabi de Babilonia y su famoso Código, que data del siglo XVIII a. C. No obstante, el Cilindro de Ciro presenta características novedosas, especialmente en lo relativo a la religión. Ha sido valorado positivamente por su sentido humanista e incluso se lo ha descrito como la primera declaración de derechos humanos.[24] Numerosos historiadores, sin embargo, consideran que el término es ajeno a ese contexto histórico.

Fuente: wikipedia

domingo, 10 de enero de 2010

Bailame el agua...


Bailame el agua,
úntame de amor y de otras fragancias de tu jardín secreto,
sácame de quicio,
hazme sufrir,
ponme a secar como un trapo mojado,
lléname de vida,
líbrame de mi estigma,
llámame tonto,
olvida todo lo que haya podido decirte hasta ahora,
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos,
pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Toca mis ojos.
Nota la textura del calor.
¿Por cuánto te vendes?
Píllate los dedos,
deja que te invite a un café,
caliente claro,
y sin azúcar, sin aliento...

sábado, 9 de enero de 2010

tarde de sábado

como alguien que conoce lo inevitable
como no saber ver la realidad
como soñar de día
y día tras día
como un sólo pensamiento
como llorar hasta quedarse sin lágrimas
como vivir de la esperanza
como no saber qué decir
ni cómo actuar
como aferrarse a un recuerdo
como recordar caricias
como acariciar su piel
como pelear por él...
y él se mantiene distante
como agradecer un detalle
como desear un beso
como anhelar abrazos
como abrazarse a la soledad
triste...

de recuerdos

Cada palabra, cada caricia, cada sonrisa… Cada vez que me miro en un espejo no puedo evitar ver mi fututo detrás; y hay personas que me dicen que no debo recordar el pasado, pero me resulta imposible no pensar en él. ¿Cómo voy a olvidar esos ojos dónde aprendí lo que es amar? ¿Cómo olvidar esos labios dónde yo aprendí a besar? Aunque no le puedo ver, hay algo en mí que aún le siente como si estuviera acompañándome en todo momento. Le prometí que intentaría escribir esta historia como la historia más bonita del mundo, y seguiría escribiendo, pues no pueden capturarse todos esos momentos en tan solo un segundo. Sé que donde esté se sentirá orgulloso de ello, porque para mí sigue vivo. Le quiero. Y dicen que el primer amor nunca se olvida, ¿no? Pues aquí estoy yo para obedecer esa frase que tanta razón tiene.

viernes, 8 de enero de 2010

me vuelvo a perder...


"No podemos seguir así, siempre caemos en lo mismo..."
Y siempre volvían a caer...
La atracción de sus cuerpos era tal, que bastaba cruzarse por la calle para que en cuestión de minutos se echase a perder lo que había costado lograr una semana.
Acababan juntos en su cama, perdidos entre sábanas y mantas, y ropa, y el sudor de sus dos cuerpos.
En esas horas se paraba el tiempo. Se abrazaban como quien quiere fusionar dos cuerpos en uno, se besaban como si en cada beso quisieran atrapar un trocito del alma que contienen esos labios, se acariciaban sin prisa, contemplando cada milímetro de sus cuerpos, queriendo cada lunar, cada línea y curva.
Él empapaba sus dedos en saliva, mezclándola con el sudor de su piel, buscando el rincón húmedo donde perderse, donde hacer que ella se perdiese, que perdiese la razón y entrase en el juego que ambos habían creado.
Ese juego era lo único que les hacía sentirse unidos, sentir que por un instante eran cómplices.
"Mírame a los ojos".
Y él siempre intentaba esquivar su mirada.
"Mírame a los ojos, por favor...".
Y entonces él se daba cuenta de lo bonita que era, de la dulzura de su sonrisa, de la paz de sus ojos, de toda la inocencia que componía su rostro. Y se daba cuenta de la suerte que tenía al tener entre sus brazos a esa mujercita. Con su piel pálida, tan suave...Y sonreía casi con lágrimas en los ojos porque sabía que en el fondo nunca podrían estar juntos. O quizás sí...Ambos pensaban que era cuestión de tiempo. O eso, o de alargar lo inevitable. Pero se sentían tan a gusto que ninguno era capaz de poner fin a esa situación de locura que les rompía sus esquemas de lógica.
"Dime que me quieres".
Y él se negaba a pronunciar esas dos palabras, poniendo sus dedos en su boca, creando ese silencio que ella odiaba tanto.
Se daba la vuelta en la cama y esperaba que él la abrazase. Y entonces, cuando se quedaba dormido, ella se dejaba atrapar por el calor de sus dos cuerpos, le invadía la melancolía, y lloraba. Lloraba hasta dejar restos de rimmel en la almoada y quedarse dormida a su lado, sin moverse, totalmente quieta para no perturbar su sueño.
Y despertaba después de diez años. Diez años en los que soñaba. Pero por la mañana las cosas volvían a ponerse serias para los dos.
En sus momentos de cama se querían...se querían con la fuerza y la rabia del que sabe que no volverá a ver a esa persona en unos días, quizás semanas, quizás años...