Juan Valjean llegó a preguntarse si la sociedad podía tener derecho a hacer sufrir igualmente a sus miembros, en un caso por su irracional imprevisión y en otro por su impía previsión.
¿Tenía la sociedad derecho a adueñarse para siempre de un hombre entre una falta y un exceso: falta de trabajo y exceso de castigo?
¿Era equitativo que la sociedad tratase así precisamente a aquellos de sus miembros peor dotados en el reparto casual de los bienes y por lo tanto a los más miserables y dignos de consideración?
Juan Valjean, tras haber examinado y resuelto aquellas cuestiones, concluyó por condenar a la sociedad.
La condenó y la odió.
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